CONVENCIÓN DE VALENCIA




Después de la caída de Monagas, el país entró en un período de inestabilidad y frecuentes cambios en la dirección de gobierno. La vuelta de los conservadores avivó las contradicciones con el sector del liberalismo que había colaborado en el golpe; y al mismo tiempo provocó a las masas liberales que comenzaron alzarse en diversas regiones. A menos de un año de la revolución de marzo, el país entró en la más cruenta y larga de nuestras contiendas civiles: La Guerra Federal.

El gobierno que sucedió a Monagas convocó a elecciones para la Convención Nacional que se instaló en Valencia el 5 de julio de 1858. La Convención estuvo dominada por los Conservadores quienes aprovecharon su predominio para deshacerse de los liberares y del propio Presidente Castro, a quien querían remplazar con Páez para restablecer en esa forma el cuadro gubernamental oligarca anterior a la llegada de José Tadeo Monagas. Esa actitud de los conservadores hizo que Castro se inclinara hacia los liberales en busca de apoyo para mantenerse en el pode. Sin embargo, el Presidente Julián Castro no se decidió a romper abiertamente con los conservadores, como lo hiciera Monagas en 1846, y vino a quedar en una actitud difícil que favoreció los planes de los oligarcas de sacarlo del gobierno.

Gobierno de Pedro María Gual


El gobierno encabezado por el general Julián castro, desde el 18 de marzo de 1858, fue un gobierno de facto, es decir, un régimen instituido a la fuerza y fuera de las normas constitucionales. Surge como consecuencia de un golpe contra las instituciones y que, naturalmente origina el derrumbe de una administración legitima o régimen de jure.

El derrumbe del gobierno lo precipitó el decreto presidencial publicado el 7 de junio de 1858; por el que se expulsaba de Venezuela un grupo valioso de personalidades de todo los órdenes de la vida nacional; entre ellos: Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón, Leocadio Guzmán, Napoleón Arteaga, Rafael Urdaneta (hijo), Félix Alonso, Antonio Guzmán Blanco y Juan Hurtado.

Todos estos connotados venezolanos se unieron a otros desterrados políticos; concordaron en establecer un gobierno en el exilio. Todos sumaron sus fuerzas para derrocar a Castro, lo cual hizo más grave la situación del Gobierno. Los hechos se precipitaron con la entrada de un grupo de liberales-federalistas a tierra venezolana, por La Vela de Coro, en febrero de 1859.

En coro, el 20 de febrero de 1859, el coronel Tirso Salaverría, dio el Grito de Coro por el cual se iniciaba la revolución federal.

Se formó una Junta Revolucionaria compuesta por José Toledo, Julián Navarrete, Pedro Torres y Nicolás Saldarriaga. Estos jefes se apoderaron de Coro y, habiendo arrestado a los miembros del gobierno provisional y a los militares, proclamaron el gobierno general de la Federación tomando como jefe máximo a Ezequiel Zamora.

El gobierno Castrista se vio en peligro, el presidente Castro fracasa en el intento de contactar con los liberales, se hace el enfermo y luego renuncia el 7 de junio de 1859.

Entonces se formó un nuevo gobierno interino que estuvo presidido por el Vicepresidente de la República Manuel Felipe Tovar; nombró el Gabinete Ministerial compuesto por: Juan José Mendoza, en Relaciones Exteriores; Pedro José Rojas, en Relaciones Interiores; Carlos Delgado, en Hacienda y Domingo Hernández en Guerra y Marina.

Este gobierno, de muy corta duración, por lo que se llamó Gobierno de las 30 horas, en realidad duró cuatro días, sin embargo pudo realizar las siguientes diligencias:

1.- ratificación de las elecciones previstas para finales de 1859.

2.- Creación de una Junta Nacional de Guerra

3.- Integró ese organismo con José Antonio Páez, Carlos Soublette, José Felix Blanco, Carlos Luis Castelli y José Austria.


Pero el retorno de inesperado de Castro al Gobierno, dejó sin efecto esas medidas. Sin seriedad, ni criterio político inteligente, de manera inusual, el presidente renunciante reasumió el Poder nuevamente e impuso otro gabinete ministerial, el día 12 de junio.

En esta nueva etapa de mando arbitrario, Julián Castro decreto la liberación de todos los presos políticos y el envío de emisarios a las provincias sublevadas para ofrecerles amnistía.

Estos acontecimientos hicieron que Páez, altamente molesto por la poca seriedad del gobierno, rompiese con los conservadores y marchase para Nueva York.

Entre tanto Falcón entró a territorio venezolano para unirse a las filas federales en su lucha contra el gobierno y, desde Palmasota, el 24 de junio del año 1859, dirigió a los venezolanos una proclama.

Aprovecho esta circunstancia el presidente Castro para dirigirse a los venezolanos el dia 30 del mismo mes, en la forma siguiente:

“El Gobierno se ocupa en los actuales momentos del examen de los últimos acontecimientos con fe y lealtad. Si apareciese que la federación que se proclama es el voto verdadero de la mayoría se la Nación, el Gobierno le prestará su apoyo. Nadie sino la mayoría es soberana…”.


Esta posición del Jefe de Estado, contraria a la Constitución promulgada el año 1858 que era de corte centro-federal, de los militares y, con ello, acelero su derrocamiento o caída.

Los conservadores, que con ayuda de los jefes de la guarnición de Caracas, prepararon el golpe de mano contra Castro, que se llevó a cabo el 1° de agosto de 1859. El Presidente Castro fue detenido por su propia guardia y al día siguiente, bajo la presión de los conspiradores, presentó su renuncia al Congreso.

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